El mismo se enmarca en la presentación del Plan de Control Biológico de Tucuras para la zona endémica de la provincia de Buenos Aires, organizada por el Ministerio de Agroindustria, y que estuvo presidida por el ministro de esa cartera, Leonardo Sarquís.
Asimismo, estuvo presente el ministro de Ciencia y Teconología, Jorge Elustondo, el Presidente de la CIC (Comisión de Investigaciones Científicas), Alberto Torres, el Vice presidente del SENASA, Guillermo Rossi, el presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, legislador Sánchez, los delegados de Asuntos Agrarios y los encargados de producción en el área municipal de todos los partidos que conforman la zona endémica de la provincia, representantes de CRA y CARBAP.
La exposición estuvo a cargo de Carlos Lange, investigador de la CIC, quien hizo una pormenorizada referencia a cómo se produce periódicamente la aparición de la tucura, y al terrible daño que causan a la producción agrícola.
Según se desprende del informe del director de FAA, y la información compartida en el marco de la presentación, tomando ejemplos de EEUU, Canadá y China, comenzaron a estudiar una forma más eficiente y menos dañina de combatir este flagelo, en lugar de seguir aplicando insecticidas. Como en los países antes indicados se buscó un patógeno natural que sea exclusivo de las dos variedades de tucuras que existen en Argentina.
Así se encontró un patógeno que en general habita en las Provincias de Neuquén. Chubut y noroeste de Buenos Aires, búsqueda que se basó en los datos estadísticos que indican que esa es la zona con menor índice de tucuras. Con los estudios posteriores se pudo hacer la reproducción en laboratorio del patógeno y su conservación en frío.
Este procedimiento tiene como objetivo la disminución pero no el exterminio de las tucuras; es decir quebrar la lógica del insecticida que mide la eficacia en la mortalidad, lo que por otra parte no alcanza a lograr el exterminio, y si lo lograra, vayamos a saber que nueva peste podría aparecer.
De esta forma se limita enormemente la cantidad y capacidad de daño de las tucuras, puesto que el patógeno causa una enfermedad crónica y debilitante de la fecundidad, longevidad, desarrollo y actividad de las tucuras. De esta forma también disminuyen paulatinamente los depredadores y parásitos, que permanecen intactos si se usa insecticidas, mutando a veces en otras plagas.
