Una reforma judicial a destiempo, cuestionada y cuestionable, no es lo que necesitamos los argentinos
Por Carlos Achetoni (*)
En el marco de lo que pareciera ser el pico de la pandemia, muchos argentinos estamos sumidos en la angustia y la preocupación que genera ver la proliferación de contagios y el aumento de muertos por Covid-19. Esto se agudiza cuando se consideran las consecuencias económicas que padecen muchos hogares argentinos, que han visto mermados sus ingresos o destruidas sus fuentes laborales. En el caso de los pequeños y medianos productores agropecuarios, estas semanas hemos padecido incendios, hechos de inseguridad, sequía, nevadas y granizadas, que se suman a las difíciles situaciones que ya veníamos arrastrando, vinculadas con los problemas de rentabilidad, alta presión impositiva, escaso acceso al crédito y problemas productivos.
Es muy triste, pero creo ningún argentino desconoce esta realidad. Pues tristemente ya sucede que todos tenemos algún allegado, familiar o amigo contagiado, o conocemos trabajadores de salud que por magrísimos sueldos hacen denonados esfuerzos para hacer frente a esta pandemia, muchas veces sin contar con la protección necesaria.
En este escenario, preocupa la falta de tino de la política.
Nadie que viva en este país puede pensar que la Justicia funciona bien. Desde hace muchos años se discute sobre sus tiempos, su independencia o no, sus maneras de actuar. Podría decirse que hay consenso acerca de la importancia de realizar cambios en ese sistema. Sin embargo, resulta muy difícil de comprender por qué el oficialismo impulsa ahora este debate.
En momentos en los que el Congreso sesiona a distancia, en el que todos tenemos la cabeza y el corazón en hacer frente a la pandemia, instalan en la agenda pública un debate necesario, pero a destiempo. Pretenden modificar un sistema sin poder hacer audiencias públicas, dar debates, permitir la participación de los especialistas, juristas o la ciudadanía. Porque si bien ha habido algunas exposiciones, uno recuerda cómo se llegó a consenso en el caso de la modificación del Código Civil y Comercial, y el largo e interesante proceso de consultas y participación que tuvo, y lo compara con esto, y apena.
Como digo, seguramente sea un tema a modificar. Pero no podemos no preguntarnos, como ciudadanos ni como parte de una institución, por qué ahora. Por qué con este apuro. Y, más grave aún, si pudiera agravarse aún más, por qué con estos modos.
En este caso no se está modificando un Código de Fondo, como en aquél, pero se está actuando y decidiendo sobre otro Poder de la República. Son dos Poderes (el Ejecutivo a través del proyecto y el Legislativo, en este tratamiento) que avanzan con modificaciones sobre el tercero. Y, evidentemente, ese es el camino, según la Constitución, sin embargo, ¿por qué se actúa de este modo?
Se le da la espalda a las necesidades de la gente, se desatienden sus prioridades, se crean muchísimos cargos, se tiñe a la justicia de política, y todo eso se hace con dudosos procedimientos parlamentarios. Porque si bien no rompieron el reglamento de la Cámara Alta, el haber introducido a último momento (luego de horas de debate) cambios en el dictamen tratado, sin permitir el debido debate, agrava la situación. Avanzan en una modificación de suma relevancia para todos los argentinos, con modos cuestionables.
¿No sería importante que este tipo de debates parlamentarios se dieran de cara a la gente, respetando los reglamentos, haciendo las cosas bien? ¿Por qué sumar dudas al proceso, que ya es cuestionado por diversos actores sociales y políticos?
Ahora es el tiempo de Diputados. Esperamos que, dado que ya evidentemente no hay posibilidades de que se debata en otro momento, porque no lo permiten, se lleve adelante un debate serio y responsable. Respetuoso de las instituciones. De cara a la gente.
Y ojalá llegue el día en el que la política pueda estar a la altura. Escuchar a los argentinos. Y trabajar para ellos, y no para sus propios intereses. Ahora tienen la oportunidad de hacerlo. Todos estaremos mirándolos con las expectativas en ello.
Desde FAA siempre hemos defendido los principios republicanos. Y la crisis desatada por la pandemia, nos obliga (como a todos los argentinos) a expresar preocupación cuando dudamos sobre lo que pasa. Esperamos ver un debate acorde en la Cámara Baja. Si bien los legisladores son elegidos por los partidos políticos, representan a los ciudadanos. Y necesitamos que, de una vez por todas, nos escuchen.
(*) Presidente de Federación Agraria Argentina. |