Por ello, en el marco de las actividades por nuestros 109 años de vida realizamos este breve informe, en el que demostramos, una vez más, lo poco que percibimos por nuestras producciones, y la enorme diferencia entre ese monto y el que pagan los consumidores en góndola.
Tomamos artículos de las economías regionales que forman parte de la canasta básica de alimentos (leche, huevos, manzanas rojas, peras Wiliams, arroz, papa negra, azúcar y cebollas) y calculamos el poder adquisitivo de un billete de $1000 (el de más alta denominación), en el campo y en la góndola. Claramente, las cifras son contundentes y demuestran que no sólo no somos formadores de precios, sino que los productores somos los más castigados por la inflación, en un contexto donde producimos especialmente para el mercado interno.